día del abuelo

Hoy en Uruguay se festeja el día del abuelo. Los abuelos están de más.

Siempre quise ser abuela, mucho más que ser madre. Y ese deseo se lo debo todo a mi abuela Ana.

Tuve la suerte de conocer a mis cuatro abuelos, es más, tres están vivos aún, y mi abuelo Julio, el compañero de toda la vida de mi abuela Ana, se murió recién hace un año y medio. Los cuatro tenían y tienen sus formas de ser, sus cosas buenas y sus cosas malas, y siempre estuve agradecida de haber disfrutado -y padecido, también- a los cuatro, de tenerlos ahí para preguntarles cosas del pasado, de conocerlos para entender más a mis padres y a mis tíos y también a mi país y a mí misma.

Pero la abuela Ana es la abuela Ana. Mi abuela Ana es una amiga. Mi abuela Ana es mi amiga. Nos contamos cosas, incluso cosas que yo no le cuento a mi madre y que ella no le cuenta a su hija (que claro, vendría a ser la misma persona) Mi abuela me llama de noche y charlamos una hora y media sobre cómo nos sentimos, ninguna duda en llorar y consolar a la otra, hablamos de la vida, de la muerte, del presidente, del amor y nos pasamos recetas. Mi abuela Ana era la que nos preguntaba qué queríamos comer cuando íbamos a la casa y que siempre hizo que unos tallarines con pesto sean la mejor comida del mundo, ella es la que nos hacía tatujajes con las figuritas de los chicles bazooka y el ácido de las cáscaras de las mandarinas. Ella era la que, a la hora del almuerzo, nos decía que en nuestra panza había una fiesta y que teniamos que hacer que todos los arrocitos del plato llegaran hasta ahí para no perderse nada. Es la que me llena de tuppers con comida deliciosa cada vez que voy a la casa y la que nos lava la ropa en su lavarropas porque nosotras no tenemos. La que nos compra jengibre y me cuenta las novedades que oye en la radio. La que pide que subamos el volumen si estamos escuchando Radiohead, y que le llevemos música nueva.

Mi abuela Ana seguro tiene un montón de defectos, hay veces que me la quiero comer cruda. Pero me entiende, me escucha, y me cuenta lo que le pasa. Mi abuela, entre mil cosas que habrá hecho mal, construyó un puente, fuerte como rocas, entre nosotras. Un puente de confianza, de palabras, de amor y de comunicación. Mi abuela siempre fue ella misma con nosotras y siempre nos dio la libertad de ser nosotras mismas con ella, aún cuando a veces hay conflictos, siempre sentí el derecho y la obligación de decirle lo que me parecía que estaba bien y lo que no, siempre sentí la libertad de decirle si me parecía que estaba obrando para la mierda conmigo o con otras personas, y ella siempre me escucha, y lo mismo al revés. Eso es lo más importante y lindo, y es un tesoro para mí. Es la enseñanza más valiosa que me dieron, o es a la cual yo le doy más valor: ser nosotros mismos entre nosotros, valorarnos por lo que somos, escucharnos y hablarnos siempre. Y se la quiero pasar a ustedes, porque el domingo mi abuela me repitió algo que ya me había dicho varias veces: mi abuela me dice que somos almas gemelas. Y yo sé que lo que eso significa es que estamos unidas.